domingo, 2 de agosto de 2009

Una historia en imágenes de Sala.


En la antigua China, un funcionario del emperador visitó un pequeño pueblecito situado al norte para controlar las cuentas de los ciudadanos. El funcionario, el cual odiaba hacer el trabajo sucio, iba a hombros de los servidores del emperador. Alguno de los ciudadanos de la aldea tenía cosas que esconder y, con un arco de fabricación casera(a la izquierda de la imagen) , intentaba atentar contra la vida del pobre funcionario leal e insobornable.





Los ciudadanos sacaban sus cuentas y el funcionario las estudiaba detalladamente mostrando en su cara que lo que veía podía estar no todo lo bien que debíera (ese era su cometido). Quería que los ciudadanos le tuvieran más que miedo, respeto.









Cualquier persona estaba a disposición del funcionario. Le complacían en todas sus peticiones.
El osado arquero, tras ser juzgado, fue ajusticiado. El verdugo levanta su arma y la muestra orgulloso para que todos los ciudadanos sean conscientes de lo que ocurre a los que no cumplen la ley.




Durante los días que el funcionario realizaba sus inspecciones, prepararon turnos de trabajo para continuar las obras de la aldea, demostrando así las grandes inversiones y gastos que hacían con el dinero que pidieron prestado al emperador. Sabían que alguien, tarde o temprano, iría a comprobar que el dinero entregado era usado para una buena causa. Y ese momentos habían llegado.
Todos estaban satisfechos con el resultado de los trabajos ya ejecutados, incluido el funcionario.






Los ciudadanos tenían un rostro que reflejaba su impaciencia por saber si lo que el funcionario inspeccionaba era de su agrado. Les llamaban uno a uno para comentarles las anotaciones que había reflejado en su libreta acerca de sus cuentas y les pedía explicaciones convincentes para hacerlas desaparecer, las anotaciones.
Algunos intentaban el soborno, pero el funcionario era fiel a sus principios.
Todo aquel que finalizaban su inspección y salía con una sonrisa, era parado por el resto de los hombres de la aldea para que les comentara cómo había ido todo: ¿qué le habían preguntado?, ¿qué había contestado? ¿cuán duro era el funcionario?....




El funcionario finalizó su trabajo y excepto una docena de conocidos truhanes de la aldea, uno de ellos ya había sido ajusticiado, los resultados fueron favorables.
Todos celebraron el fin del trabajo, incluido el funcionario, con un gran banquete.




FIN

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Las fotos son escenas grabadas sobre papel de arroz que se encuentran en el Salón de Té del Palacio de la Cotilla, en Guadalajara.

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