miércoles, 17 de marzo de 2010

FRAGMENTO DE: EL HEREJE

La cantera había dado sombra a la ciudad sin tomar en cuenta el crepúsculo creciente, no le importaba cual ánimo estuviese el anochecer, simplemente se dio por cuestiones matemáticas del cielo. El pasadizo secreto jamás había sido descubierto, al menos eso siempre creí, los mismos vampiros lo usan para esconderse de los cazadores. Yo no lo he optado para ello, simplemente es el sendero que lleva a mil caminos, a veces por ningún sitio, sin embargo, el perderse por la atmósfera hace que se pueda reconstruir las fases del atardecer. La sal era un elemento para la magia, también la pimienta, algunas ocasiones era el algodón y la plata —pocas ocasiones—, todo el dulce de este ilustre campo no es más que la que uno dibuja en su contorno. Me duele el brazo, también la hiel, un poco más la primera. El golpe fue cuando de voluntario me condené:
— ¡Oigan soy hereje!
No me creyeron, tanta belleza en ese rostro tan fino no podía ser sincero. Me dieron veintidós días para juzgarme, nunca conocí a la mujer, ni tanto por la condenada alquimia, simplemente decían que si hacías tal acción eres considerado hereje. Durante un mes me dejaron y me invitaron al sermo generalis... fue gracioso, sobre todo el castigo que el veredicto me dio:
—Garras de gato.
No me dolería, obviamente. Raspones, pulsos, cuchillas que se injertaban en la piel, deslizo lento, evaporando el agua contenida en la cutis. Lentamente formaban el tatuaje, y así, levemente, me deshacía en el dolor infinito, habiendo muerto, como se suponía que debía morir.
Pero no, como siempre, nunca muero...

Tarde

Va siendo hora de dejar de hibernar, pensaba mientras el sol calentaba su lomo. La pequeña grieta permitía que un rayo penetrara iluminando la cueva que le sirvió de refugio durante todo el invierno.
Intentó abrir los ojos, pero fue incapaz. Los párpados pesaban demasiado y el esfuerzo necesario para levantarlos era excesivo. Puedo seguir hibernando unas horas más, pensó, luego me costará menos abrirlos. Y así lo hizo. Y pasaron horas, días, meses… y lo intentó de nuevo. Esta vez no tuvo problema, los ojos se abrieron de repente en el primer intento, pero volvía a ser invierno.