jueves, 20 de diciembre de 2007

Melancolía Barata

(Perdón por el plagio, P)

Melancolía del pasado,
melancolía del futuro,
todo pasa y no regresa,
nunca llega lo esperado.

Recuerdos tristes lejanos,
renacen sin ser invitados,
abren heridas cerradas
siendo otra vez cotidianos.

Y el gran futuro anhelado
¿luchará contra el recuerdo
venciendo al débil presente
que siempre duda aterrado?

Con el paso de los años,
el recuerdo disipado,
cicatriza las heridas,
el futuro lo ha logrado.

Excusas para el lamento
ahora ya son en vano.
Hay que aprovechar segundos
dejando pasar el pasado.



FIN

lunes, 3 de diciembre de 2007

Ilusa de mi, tenía en el pensamiento que, en los tiempos que corren, el ser mujer y joven era un handicap superado a la hora de desempeñar cualquier tipo de trabajo. Pero me he dado cuenta, sufriéndolo en mis propias carnes, que aún sigue habiendo mentes arcaicas que piensan que hay trabajos sólo para hombres y que las mujeres deberían estar en casa con la cena preparada para cuando llegue el maridito, cansado de una fatigosa jornada laboral.


Hay otro nivel por debajo de la mente arcaica, la mente perturbada, que se cree dueño y señor de la mujer para poder hacer con ella todo tipo de barbaridades llegando a arrancarles lo único suyo que a veces le queda, su propia vida. Pero eso es un tema demasiado intenso para abordarlo aquí y ahora.




Violencia de género aparte, la construcción es un terreno propicio para que las mentes arcaicas se muevan como pez en el agua:

-Mariano, que una "chavalita" viene preguntando por ti- anuncian tu visita a la obra.
-Esta tía no tiene ni "puta" idea de lo que es la construcción- murmuran mientras te vas, cuando les has convencido con razones y con criterios que las cosas no están todo lo bien que deberían estar.

Después de un trato machista, que te hace sentir estúpida y sobre todo que hace que salga todo el cabreo y la mala leche que llevas dentro, entran ganas de coger uno de los ladrillos que andan por el suelo tirados y lanzarlo con toda tu fuerza, a ver si les abre, no la cabeza, sino la mente.

jueves, 22 de noviembre de 2007



¡Q

suene

la

música!

lunes, 12 de noviembre de 2007

Títeres con cabeza

Este sábado pasado llegó por primera vez a mis oídos la palabra Bululú. Según una de las definiciones dadas por la RAE, es un farsante que antiguamente representaba él solo, en los pueblos por donde pasaba, una comedia, loa o entremés, mudando la voz según la calidad de las personas que iban hablando.

En la iglesia de San Nicolás, en Segovia, actuó un titiritero argentino, que realmente me emocionó. El bululú, llamado Horacio, desde la apertura de las puertas para que la gente entráramos y nos acomodáramos hasta el inicio de la función, permaneció inmóvil en el escenario, sentado en una silla con los brazos y piernas cruzadas, cual títere esperando que su manipulador le enganchara para comenzar el espectáculo.
De repente la luz se encendió, y Horacio "despertó". Vestía de negro y, mientras se colocaba los guantes que daban vida a las diferentes marionetas, contaba con su acento melifluo y suave, el porqué de ser titiritero, el porqué de ser un bululú.
Presentó y manipuló sus personajes. Algunos hablaban, otros simplemente se expresaban moviéndose. Pero todos ellos transmitían una dulzura especial. Hacían reír, pero de manera sencilla podía traspasarse la débil frontera que delimita la risa y el llanto.

Mientras admiraba la actuación me preguntaba: ¿qué vida habría tenido Horacio?, ¿en qué medida sus personajes eran el reflejo de sus andanzas, de sus sentimientos?. Pero sobretodo, pensaba el tipo de persona que era para que, en los tiempos que corren, su trabajo consistiera en intentar sacar una sonrisa a la gente y dejarla dibujada en su rostro a través de sus títeres.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

GENERACIONES OLVIDADAS



Ayudas a los alquileres, descuentos en medicamentos, reducción en las tarifas de los medios de transporte…

Dentro de unos días voy a cumplir años y me he dado cuenta que partir de los 30 y hasta los 60 somos unas generaciones marginadas, generaciones olvidadas. No podemos disfrutar de las ventajas ni de ser joven ni de ser mayor: se acabaron los descuentos con el carné de estudiante, las ayudas al alquiler ya no están a nuestro alcance, la definición de joven emprendedor ya no nos incluye y, por supuesto, somos demasiado "pequeños" para que los medicamentos nos salgan gratuitos, los descuentos en los medios de transporte público se noten en nuestras carteras o podamos pertenecer al "Club de los sesenta”.
Según estudios, y hablando particularmente de España, los “jóvenes”, hasta pasados los 30 años no abandonamos el domicilio paterno y/o materno y no tenemos cargas familiares a nuestro cargo. De hecho nosotros somos la carga. Entonces, ¿por qué limitan las ayudas a los 30?. ¿Por qué nada se nos ofrece hasta que llegamos a los 60?.
Mi situación económica era mucho mejor cuando tenía 26: vivía con mis padres, mi sueldo no estaba nada mal y podía ahorrar dinero en poco más de un año para pagar un coche a tocateja. Por otro lado, comparándome con un miembro honorífico del mencionado Club de los 60, mi padre, soy bastante mediocre, económicamente hablando.
Reivindico la distribución de las ayudas no por edad sino por criterios objetivos.
¡Qué no se olviden de nosotros!

sábado, 29 de septiembre de 2007

Ilusión perdida


Ayer la tenía,
ayer estaba conmigo,
pero al despertar la mañana,
se había ido.

Pero, ¿cómo sucedió?,
aún yo no me lo explico,
sin ilusión en la vida,
nada tendrá ya sentido.


La buscaré sin descanso,
la buscaré en cualquier sitio.
Pero ¿si no la encontrara?,
¿si me invadiera el vacío?.
Sin poder remediarlo,
terminaría conmigo.




jueves, 30 de agosto de 2007

Escribió Álvaro Lopez Núñez, leonés insigne :

Cuando los lobos se enteraron de que un filósofo llamado Hobbes había dicho que "el hombre es el lobo para el hombre", se reunieron en una gran asamblea y acordaron por unanimidad exigir reparación de aquella injuria.


martes, 21 de agosto de 2007

Cuento robado

EL OTRO YO
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz y roncaba en la siesta. Se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas . Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando.Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.


Mario Benedetti

Yann Tiersen: Le Moulin http://www.youtube.com/watch?v=Hm0g5trWV9c

martes, 14 de agosto de 2007

Saudade

Hoy volvió a recordar tiempos pasados. En la distancia, la silueta del chico con el que compartió algunos de los momentos más amargos y los momentos más felices, se vislumbraba a través del barullo de gente que subía y bajaba la calle principal. Los casi seis años que estuvieron juntos pasaron rápidamente por su mente e incluso por sus ojos.


Seguía como siempre. Quizás los excesos cometidos habían dejado huella en su cara, en su pelo. Pero el aspecto era bueno. Parecía que las cosas iban adelante y que los tiempos pasados habían sido olvidados.



-He decidido acabar con todo lo que hace que mi entorno sufra y ahora me hace ahora sufrir a mi, le dijo a la joven.


Ella había oído la misma frase centenares de veces. Lo había creído, pero esta vez no. Deseaba con todo el alma que fuera así, pero su escepticismo no le permitía sonreír confirmando que esta vez sería diferente, que sería la definitiva.


Intentó ayudarle multitud de veces, luchó por él, lo defendió, lo llevó de la mano, pero no pudo arrastrarle del mundo oscuro, desgarrador, envolvente, horroroso, mortal, en el que había caído. Siempre se preguntó si podría haber hecho más por él.

martes, 17 de julio de 2007

Vivo y sonrío,
la noche se acabó,
las sombras disipadas,
dejan salir el sol,
que ilumina mi mente,
y acalla mi corazón.

martes, 3 de julio de 2007

TIEMPOS DIFÍCILES

Durante algún tiempo me consideré un ser raro por sentir que había equivocado mi nacimiento, que no estaba en la época en la que me correspondía vivir. Pero me he dado cuenta que es un sentimiento compartido por demasiadas personas, que no es únicamente personal.
Esta época es demasiado complicada para mi pensamiento. Cada día comprendo menos al ser humano. Se están perdiendo los valores que, cierto que en algunos casos podían ser equivocados y en otros exagerados, se enseñaban en la infancia y perduraban durante la juventud, la madurez e incluso la senectud antes de que la demencia, Alzheimer o cualquier otra "olvidada" enfermedad hiciera perder la razón. Y digo enseñaban no refiriéndome a las escuelas, sino a todo el entorno que rodea a la persona y la moldea a su imagen y semejanza.
Hoy en día todo son apariencias, prisas, justificaciones... Se valora el dinero por encima de todo y el fin disculpa los medios, aceptándo así los engaños, los chantajes, los insultos, los pactos con el enemigo, las guerras...


Se invaden paises para "explotarlos", unos derrochan y otros sobreviven a duras penas, lo más visto en televisión son los Reality Shows, un partido pacta con la derecha o con la izquierda según lo que más le interese para llegar al poder, leer es una pérdida de tiempo, la Play Station es el "juguete" más usado por los niños y no tan niños, tener un teléfono móvil es una necesidad básica, hay ordenes de alejamiento por mobbing escolar...


¿Dónde se han quedado la responsabilidad, la caridad, la sensibilidad, la amistad, el compañerismo, los principios...? incluso, ¿ dónde se ha quedado la cordura?.


lunes, 11 de junio de 2007

COSAS QUE HACEN SENTIR BIEN


¿Cuál es el objetivo en esta vida?, me he y me han preguntado en multitud de ocasiones.
Aunque suene a utopía, ser feliz, ha sido la respuesta ganadora.
Hay quienes necesitan grandes fortunas o llegar a lo más alto para alcanzar la felicidad. Pero los hay que, viviendo o compartiendo las “pequeñas cosas que hacen sentir bien”, llegan a este objetivo vital.


En mi opinión, y tras mi corta experiencia que inevitablemente va aumentando día a día, la felicidad es un cúmulo de situaciones y emociones, puntuales en muchas ocasiones, que nos llevan a un estado de ánimo optimista, satisfactorio y alegre, que extendemos a lo largo de segundos, minutos, días, meses, años…

Con esta entrada de blog y, aunque su título pueda evocar algún anuncio de televisión (intento recordar el anuncio en cuestión pero mi mente se resiste), quería hacer una reflexión y una relación de las pequeñas –o grandes- cosas que me hacen sentir bien y por ende, me hacen ser feliz, eclipsando así todo pensamiento oscuro.

Como si de un niño se tratase al que han pedido una redacción en el colegio, comienzo...


COSAS QUE HOY ME HACEN SENTIR BIEN

Algunas de las cosas que hoy me han hecho sentir bien son:

- Escuchar al despertarme el trino de los mirlos reverberando en el patio.

- Recibir la sonrisa del vigilante que controla que todo y todos estemos en nuestro sitio.

- Saber que cuento con el apoyo incondicional de mi familia.

-Sentir el calor y la alegría del sol que tanto se ha resistido a salir.

-Contestar una llamada de un amigo/a con el que a pesar del tiempo y la distancia la relación no se enfría.

-Terminar el informe que tantos dolores de cabeza me ha causado.

-Observar un cuadro que un desconocido pinta en la calle.

- Ver a mi preciosa ahijada aunque sea mediante una fotografía.

-Derramar una lágrima releyendo El Principito.

- Observar una pareja de patos intentando remontar el río en un desnivel.

-Sentirme querida....



viernes, 8 de junio de 2007

¿Por qué no aceptar que las relaciones tienen un principio y un final?.
¿Por qué no aceptar que alguien que fue feliz a tu lado ahora sólo quiere vivir alejada de aquellos momentos que pasaron?.
¿Por qué arrastrar a quien dices "querer" al hundimiento en el que te encuentras sumido?.
¿Por qué hay a quien le entusiasma transformar las cosas sencillas en complicadas?.
¿Por qué?...

domingo, 20 de mayo de 2007


"...Te espero sin estaciones, sin horas, sin tiempo, sin condicionamientos, eternamente te espero......Sintiendo tus pasos, a veces escucho un suave rumor como petalos de jazmin bailando con el viento"

martes, 8 de mayo de 2007

Relato robado: El ladrón de hachas

Un hombre no encontraba su hacha. Sospechó del hijo de su vecino y se puso a observarle. Su porte era típicamente el de un ladrón de hachas. Su rostro era el de un ladrón de hachas. Las palabras que pronunciaba no podían ser más que palabras de un ladrón de hachas. Todas sus actitudes y comportamientos revelaban al hombre que ha robado un hacha. Pero inesperadamente, cuando removía la tierra, el hombre encontró de pronto su hacha. Cuando al día siguiente volvió a mirar de nuevo al hijo de su vecino, este no presentaba nada, ni en el porte, ni en el comportamiento, que evocase a un ladrón de hachas.
"El cuarto de al lado"
Gustavo Martín Garzo

miércoles, 25 de abril de 2007

Anatomia del miedo



Hobbes escribió una frase terrible que podríamos repetir todos:
“El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo.”

¡Qué duro luchar contra el miedo!. Me persigue, me abandona, vuelve y me acorrala. Se despista y se mantiene acechante hasta que bajo la guardia y, ¡zas!, regresa y no se despega.
¡Malditos miedos!, te hacen sufrir, ser vulnerable y perder oportunidades que nunca regresarán.


Pero, ¿qué es el miedo?. ¿Por qué tenemos miedo?.
Por definición, es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento desgradable producido por la percepción de un peligro real o supuesto, presente o futuro.
Es difícil controlar los sentimientos. A veces nos protegemos con una coraza y hacemos que ninguna emoción penetre o salga de ella. Pero el miedo no responde, es como un espíritu que atraviesa barreras y se adentra.
Cuando sabemos el origen de nuestro miedo, podemos controlarlo o, como poco, asumirlo. Pero cuando es una creación mental que nada tiene que ver con la realidad, ¿cómo reunir el valor para enfrentarse a él?. Es de cobardes tener miedo, pero es el miedo el que nos tiene a nosotros, se hace valiente en detrimento de nuestra capacidad de lucha, superación y razonamiento.
Ha caído en mis manos el libro "Anatomía del miedo" de José Antonio Marina, y aunque no lo he leido, lo he ojeado y me ha parecido interesante. En él se investiga por qué unas personas son más miedosas que otras. Se analizan los miedos y, lo que comienza siendo un estudio del miedo, se convierte en un tratado sobre la valentía. ¿Hasta dónde podemos llegar con la valentía?


"El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma."
Aldous Huxley

"Me lo habéis quitado todo, la familia, la libertad; pero hay algo que no me podéis quitar: el miedo"
Pedro Muñoz Seca, antes de ser fusilado

"Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar"
Paulo Coelho

martes, 24 de abril de 2007

Gavilaso de León, gran padre y buen escritor


Siento admiración por las personas que se ilusionan, apasionan y son capaces de entusiasmarse sin pensar en la complicación o en el fracaso. Mi asesor literario, y padre a la vez, día tras día, año tras año, verso a verso, reteniendo acontecimientos, frases, imágenes, y levantándose durante la noche para apuntar la ocurrencia que encajaba perfectamente en el chascarrillo empezado la semana anterior, por fin ha cumplido sus propósitos y ha sacado a la luz "El Pacto de Perpignan y otras rimas socarronas". Se lo recomiendo a todo aquel que tenga sentido del humor y que sepa leer entre lineas. Para abrir "apetitos" aquí va un fragmento del poema, El pacto de Perpignan, que le da título.



EL PACTO DE PERPIGNAN


Entremés satrírico entre los personajes
Carod Rovira y Josu Ternera.
En una espelunca de Perpignan,
donde se oculta la cúpula de ETA
entra Carod Rovira disfrazado y dice:

-¿Cómo están ustedes?
-Sobrevives, que más quieres
-Precariamente, a juzgar...
-Si no te rindes o avienes
-a las esposas de Aznar.
-Que yo sepa, una sólo
-se lo anda, nada más.
-Rovira no me seáis bobo,
"esposas de maniatar"
no un "harén para trincar"
que sólo por una bebe
cuando le cumple empinar.
En toda España es sabido
que a esa señora tan bella
no le afea el apellido,
aunque apellide Botella,
sino su escaso marido
yendo del brazo con ella.
[...]
Mas, ¿cómo por aquí, Rovira,
qué queréis de nos Carod?
-Vengo en nombre de la vida,
de la paz y del amor.
Los varones son más sabios
cuando utilizan los labios
aunque lo diga el Borbón.
Es el beso gran deleite,
facilita la reunión
y otorga dulce temblor
a corazones ardientes.
-¿Sois donante o recipiente?
-¿Cómo decís, por favor?
-Lo que es lo mismo, Carod,
¿vuestro motor pierde aceite
o agua en el radiador?
-¿Perder?¡Eso nunca, jamás, no!
cuando apuesto acierto siempre,
y en política eficiente
nadie gana a un servidor.
-¿Sois entonces, penitente
o fraile predicador?
-Digamos no reverente
me cuadra mucho mejor
-¿Entonces, no sois creyente?
-No creo ni en lo evidente
ni tengo temor de Dios.
Y por ser republicano
y conspicuo progresista
no rindo culto al señor
ni a voraz capitalista;
pero canto con quien sea
salmos, baladas o rock,
hasta el mismo Cara al sol,
y hago tratos con cualquiera
sin descartar la ralea,
si ello conviene mejor.
[...]

sábado, 7 de abril de 2007

¡SANTO MIÉRCOLES!

Nunca hemos sido una familia convencional. Infinitas son las anécdotas que podría relatar confirmándolo, pero me quedo con ésta, que además de ser la más reciente, ha ocurrido en estas Santas Fechas que vivimos.
Alberto, mi hermano pequeño que a pesar de sus veintitantos años sigue siendo, y será, el niño de la familia por decisiones de la naturaleza, es su protagonista como en casi todas las anécdotas mencionadas. Es un fanático de la música y por ende, las procesiones son una de sus debilidades. Se apasiona con los sonidos de los tambores, las trompetas, las gaitas y demás instrumentos incorporados últimamente a las bandas de las cofradías, retumbando en las fachadas de los edificios. Otra de sus aficiones, transformada ya casi en obsesión, es salir a la calle en compañía de mi madre a la conquista de nuevas Tiendas "de los Chinos". Cuando ve o intuye el objetivo a lo lejos, se suelta de la mano, empieza a correr, y cual ave rapaz, se precipita sobre la puerta entrando en su interior, en busca de un artilugio/juego/cachivache que emita algún sonido, gire o, simplemente, tenga muchas partes que se muevan.
El miércoles Santo, tal y como marcaba la rutina de estas fiestas, madre e hijo se disponían a ver la procesión y, cómo no, mi hermano tenía en mente la conquista de un nuevo "objetivo". Parecía que todo estaba tranquilo. Los papones tocaban, la gente empujaba para hacerse un hueco y un chino curioso alertado por los sonidos de los tambores, se colocó delante de la puerta de su establecimiento, ya cerrado, para ver el espectáculo.
Alberto, que tiene un sexto sentido para detectar a orientales sólo con el olor y no por el color, lo puso en el punto de mira y, siguiendo su ritual, salió como una estampida. El chino que veía acercarse "algo" corriendo hacia él, por instinto, se metió en el interior de la tienda cerrando para mayor seguridad. El topetazo que el pequeño de la familia se dio contra contra la puerta no fue demasiado brusco, pero si lo fueron los siguientes intentando que se abriera. Mientras golpeaba una y otra vez, sin la compañía de los cuarenta ladrones y sin pronunciar las palabras mágicas: ÁBRETE SESAMO, su ansiedad por conseguir un juguete crecía. El mandarín, que apenas dominaba la lengua y que no tenía claro lo que estaba pasando, chapurreaba: "Vetel niño, vetel, vetel de aquí", mientras hacia gestos con los brazos creyendo que podía espantarlo. No se encontraba sólo en el interior del comercio, le acompañaba una china menudita que, como si se tratase de un atraco, secuestro, o intento de algún otro delito, subida en el escaparate, chillaba como poseída: "Polisía, polisía, aquí polisia".
Rápidamente los agentes, que se encontraban en los alrededores controlando la procesión, se presentaron en el lugar de los hechos.
"¿Qué pasa aquí?", pregunto el más decidido. Mi madre, nerviosa, les relato lo que estaba ocurriendo y les explicó que simplemente tenía que conseguir que el "niño" se calmara para que todo volvería a la normalidad. Y así fue, Alberto había conseguido dominar su rabia/ira por no tener en sus manos el ansiado juguete, mediante algún mecanismo que, después de años y años, ningún miembro de la familia ha conseguido descifrar.
Una mujer de mediana edad -sobre 50 años-, testigo de todo lo acontecido y emocionada, imagino que por la paciencia y templanza de la mujer que me dio la vida, se ofreció para echar una mano. Como la situación se había calmado, mi madre, agradeciéndoselo, le convenció que ya no era necesaria ninguna ayuda. La mujer la miró y, cogiéndola por los hombros, le dijo: "Venga acá, deme dos besos". Con cara de perplejidad y no sabiendo si reír o llorar, mi madre puso la cara y los dos besos le fueron estampados en sus mejillas.

Predicando con el ejemplo ante el consejo que siempre nos da: "Hijos tenéis que reíros de las situaciones para superarlas", mi madre y Alberto se fueron calle adelante caminando al compás de los tambores que seguían retumbando sobre las fachadas de los edificios, riéndose e intentando olvidar el rato pasado .

martes, 27 de marzo de 2007

HISTORIA DE GATO


Nunca me han gustado los gatos. Quizás haya influenciado en mi arquetipo gatuno la saturación felina por vivir en la ciudad de su más real representante. Mi percepción sobre ellos siempre había sido la de seres cínicos que, sin motivo, sacan la uña a pasear dejándote su distintivo en la mano o brazo que has tendido cariñosamente para acariciarles.
La cuestión es que, no dejándome guiar por mis sensaciones, este verano entablé amistad con un negro e indiscreto gato. Era vecino de callejón, silencioso, aseado e introvertido, que salía huyendo cuando me acercaba para saludarle. Su residencia, era compartida por muchos individuos similares a él que iban y venían a su libre voluntad. Yo no permitiría eso en mi casa y, como buena vecina y con intención de amiga, me dirigí a él para que "entendiera" que aquello le traería pro
blemas con el casero. Pero no quiso escuchar.
En ocasiones, sigilosamente por no molestar, pegaba un pequeño salto hasta el alféizar de mi ventana y, a través de la mesa que estaba situada justo debajo, entraba en casa. Daba una vuelta comprobando que todo estaba en su sitio y cuando le preguntaba: ¿todo bien?, hacía un gesto de confirmación, deshacía el camino recorrido y daba por concluida la visita.
Durante las noches más cálidas del mes de agosto, conseguimos llegar a un estado de confianza tal que,en silencio , mirándonos, él con sus ojos destellantes, dejábamos pasar el tiempo en buscando el fresco de las corrientes, sin sentirnos incómodos.
Septiembre llegó y las tardías vacaciones de verano hicieron que nuestros encuentros se perdieran. Desde que volví tenía esa sensación de que algo me faltaba pero no había sido capaz de darme cuenta de lo que era hasta que ayer volvió a aparecer. Su aspecto era espantoso. Estaba sucio, cojo de la patita delantera derecha, desgreñado y con grandes calvas en los laterales. Lo que más me impacto fue su mirada triste. Sus ojos ya no brillaban.
¿Qué te ha pasado?, le pregunté. El me miró y, cabizbajo, siguió su camino pasando de largo de lo que había sido su antiguo hogar.
Mientras observaba la puerta de la vivienda de mi antiguo vecino lo entendí todo. Una malla metálica cubría, por la parte interior, la verja de la puerta que permitía la entrada de los mininos y en medio de ella un cartel escrito con letra casi ilegible: NO “HECHAR” COMIDA A LOS GATOS.



Según información recibida, el dueño de la finca no tuvo ninguna compasión. Tras unas cuantas voces, varias patadas y alguna que otra carrera detrás de los inquilinos, el desahucio fue completo.

miércoles, 14 de marzo de 2007

LA SEGURIDAD INSEGURA





Confirmado es 1234... O quizás 0123... Si, está es, 4321...

Suena el despertador. Sobresaltada abro los ojos, cojo el móvil de la mesita y lo enciendo. Ahí está, el primer código de la mañana. Me levanto, me preparo, desayuno y, tarde como casi siempre, entro por la puerta de la
oficina. Frente a mi, la máquina de fichar. Ya estamos ante la segunda relación de números. Después de varios saludos y comentarios banales sobre el tiempo, me siento en la mesa y pulso el botón de encendido del ordenador. La pantalla se ilumina, aparece un fondo azul y de nuevo: Introduzca código de usuario y contraseña. ¿Qué ha pasado?. ¡Esto no va!. Vaya, he activado las mayúsculas sin darme cuenta.
Cuando parece que la prueba está superada, un letrero en el centro de la pantalla surge como por arte de magia: "Por razones de seguridad tiene un plazo de cinco días para cambiar su contraseña. Recuerde que debe tener como mínimo 8 caracteres, uno como mínimo ha de ser mayúscula, uno como mínimo ha de ser minúscula, una carácter ha de ser numérico".
Por fin estoy dentro de Windows. La siguiente tarea rutinaria de la mañana es comprobar si ha llegado algún mail urgente. Procedo a abrir el programa de correo y, como no, rápidamente, como un resorte, la ventana correspondiente solicitando usuario y contraseña.
Hago fotocopias, número de identificación. Saco dinero, introduzca su número secreto. Llamo por teléfono, marcar el 9 delante del número. Envío un fax, ahora ya no es el 9 es el 0 delante.
La mañana va transcurriendo entre códigos, contraseñas, pines, número secretos y, de repente, llega un correo electrónico:

¡INFORMACIÓN IMPORTANTE¡
"INVERTIR SU NUMERO DE PIN PUEDE SALVARLE"
Si usted está siendo forzad@ por un ladrón para retirar
su dinero de un cajero automático, usted puede notificar a la policía marcando su PIN al revés...

Cuando te estén atracando, ahora ya no sólo no debes estar nervioso para poder introducir el número secreto y que no se quede bloqueado el cajero porque "estás muerto", sino que, además, ¡hay que pensar al revés!.

Dicen que los avances tecnológicos tienen como efecto una falta de ejercicio mental.
¿Estamos seguros?

sábado, 24 de febrero de 2007

Decisión dificil

Ha sido una decisión dura -como dirían todos los indecisos- pero por fin me he lanzado a escribir para otros ojos que no sean los míos o los de algún profesor impertinente que, subido en la tarima y gritando por encima de las voces de protesta, se hacía oír: "¡Redacción para mañana!, he dicho ".
No suelo ser persona constante. He comenzado multitud de actividades que al final han quedado abandonadas en el fondo de un armario o arrojadas en una papelera. Una de mis iniciativas más recientes y curiosas ha sido el encaje de bolillos. ¡Quién me iba a decir lo relajantes que resultan los golpecillos de los bolillos cuando cruzaba hacia un lado y enredaba hacia el otro!. Estuve "relajada" varios meses y ahora sólo me acuerdo de ellos cuando, intentando encontrar lo que he guardado precisamente para que no se me olvide dónde está, veo la bolsa que evita que se llenen de polvo.
Me he propuesto recoger mis "relatillos", antes de que vayan directos a la papelera, para compartirlos con todo aquel que desee leerlos. ¿Lo conseguiré?