miércoles, 27 de agosto de 2008

La teoría vuela

¿Por qué vuelan los aviones?, me preguntaba cuando levantaba poco más de un metro del suelo siempre que sobre mi cabeza y tras oír el sonido miraba al cielo y veía uno. Llegué a comprenderlo con la sencilla explicación de un tipo peculiar, un profesor mejicano y trabajador de una empresa aeronáutica, que al igual que yo, tampoco “levanta” demasiado del suelo. Cecilia, me dijo, que vuele un avión es algo similar a cuando sacas la mano por la ventanilla del coche yendo a 100 km por hora. ¿Flota y se mantiene verdad?. Pues los aviones lo mismo.
Luego, por supuesto, me lo demostró con un montón de largas y complicadas fórmulas.
Lo entendí (fórmulas incluidas) y la teoría dice que los aviones no se caen pero mi miedo a volar aumenta a medida que aumentan mis horas de navegación.
Estos días, tras la triste noticia de Barajas, la crónica de Kirguizistán, los aviones que se despresurizan y los que aterrizan en destinos no pensados por problemas técnicos, la duda que se me planeta es: ¿por qué no vuelan los aviones si mi mano sigue flotando en el coche?.

jueves, 21 de agosto de 2008

La vida del Chatarrero

-¡El Chatarrero!.¡El Chatarrero!.
-Buenos días Sr. Chatarrero.
-Buenos días Señora.
-¿Qué me trae para añadir a mi colección de cachivaches y desechos varios?.
-Pues esta mañana le traigo algo que nadie podía traer por mí.
-Muy bien, traiga aquí, tráigalo.
-Aquí lo tiene, yo misma.
-¿Usted?.
-Sí yo. Creo que necesito un reciclaje y así me saco un dinerito. ¿Cómo va esto, al peso?.
-Señora, usted todavía está aprovechable. Además lo del dinero me temo que va a ser poco significativo. No, no es al peso.
-¿Aprovechable? Demasiados achaques y poca utilidad que ofrecer ya. Mi vida ha sido larga y completa hasta hoy.
-Si así lo piensa, de acuerdo. Trato hecho. La acepto.


Y el chatarrero vestido con su capa y su guadaña se fue acompañado.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Poema confuso



Soy como la hoja del árbol,
que cuando llega el otoño,
se mantiene suspendida
por un breve y quebradizo hilo.
Y aunque el viento la sacuda,
no se desprenderse,
no cae al suelo.

Soy como la fruta pasada,
arrugada y marrón.
Y cuando la miras por dentro,
aún queda una porción,
dulce y con color,
apetecible para algunos.

Soy como una gota de agua,
que resbala lentamente
buscando quizá otra gota,
a la que unirse y valientes
seguir hasta el río o la mar.