lunes, 27 de octubre de 2008

Echó hacia atrás el revoltijo de sábanas y mantas, se pegó un empujón moral y decidió levantarse. Un día así no se podía desperdiciar. Abrió las cortinas y vio la luz. El sol otoñal brillaba y realzaba el azul del cielo y los tonos ocres de las hojas desprendidas sobre el suelo del patio interior de la casa.
¿Cómo he llegado hasta aquí?, se preguntó. ¿El camino de baldosas amarillas terminó y había llegado al destino?.Y el Mago de Oz, ¿por qué no estaba?. Se resistía a creer que había llegado al final. Quería encontrar un desvío alternativo que le permitiría seguir.
Y ese era el día para encontrarlo.
Se calzó sus zapatillas rojas, las golpeo tres veces y comenzó la busqueda del nuevo camino, armada de valor como un león, de todo el corazón que le falta a un hombre de hojalata y de la razón inexistente en un espantapájaros.

domingo, 26 de octubre de 2008

Ascenso descendiente






Arriba y abajo, arriba y abajo, abajo... Así se mueven mis ánimos.





Son como una bola que, sujetada finamente, se encontraba en lo alto de una onda, en equilibrio. Pero de repente, “alguien” la tocó. Un simple empujoncito hizo que comenzara el camino, que empezara a caer con velocidad no constante. Siempre llegaba abajo, a lo más hondo. Pero su propia inercia hacía que no se quedara parada, que iniciase otra vez su ascenso. Cuando iba con suficiente energía era capaz de volver a alcanzar la cresta e incluso mantenerse en lo alto durante minutos, horas, incluso días... Hasta que otro empujón hacía que cayese.
Ahora la inercia no es suficiente, el camino de ascenso se ha convertido en una pared resbaladiza, sin apoyo alguno que ayude, sin apoyo sobre el que colocar un pie para dar un salto y alcanzar cumbres de nuevo.