jueves, 22 de noviembre de 2007



¡Q

suene

la

música!

lunes, 12 de noviembre de 2007

Títeres con cabeza

Este sábado pasado llegó por primera vez a mis oídos la palabra Bululú. Según una de las definiciones dadas por la RAE, es un farsante que antiguamente representaba él solo, en los pueblos por donde pasaba, una comedia, loa o entremés, mudando la voz según la calidad de las personas que iban hablando.

En la iglesia de San Nicolás, en Segovia, actuó un titiritero argentino, que realmente me emocionó. El bululú, llamado Horacio, desde la apertura de las puertas para que la gente entráramos y nos acomodáramos hasta el inicio de la función, permaneció inmóvil en el escenario, sentado en una silla con los brazos y piernas cruzadas, cual títere esperando que su manipulador le enganchara para comenzar el espectáculo.
De repente la luz se encendió, y Horacio "despertó". Vestía de negro y, mientras se colocaba los guantes que daban vida a las diferentes marionetas, contaba con su acento melifluo y suave, el porqué de ser titiritero, el porqué de ser un bululú.
Presentó y manipuló sus personajes. Algunos hablaban, otros simplemente se expresaban moviéndose. Pero todos ellos transmitían una dulzura especial. Hacían reír, pero de manera sencilla podía traspasarse la débil frontera que delimita la risa y el llanto.

Mientras admiraba la actuación me preguntaba: ¿qué vida habría tenido Horacio?, ¿en qué medida sus personajes eran el reflejo de sus andanzas, de sus sentimientos?. Pero sobretodo, pensaba el tipo de persona que era para que, en los tiempos que corren, su trabajo consistiera en intentar sacar una sonrisa a la gente y dejarla dibujada en su rostro a través de sus títeres.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

GENERACIONES OLVIDADAS



Ayudas a los alquileres, descuentos en medicamentos, reducción en las tarifas de los medios de transporte…

Dentro de unos días voy a cumplir años y me he dado cuenta que partir de los 30 y hasta los 60 somos unas generaciones marginadas, generaciones olvidadas. No podemos disfrutar de las ventajas ni de ser joven ni de ser mayor: se acabaron los descuentos con el carné de estudiante, las ayudas al alquiler ya no están a nuestro alcance, la definición de joven emprendedor ya no nos incluye y, por supuesto, somos demasiado "pequeños" para que los medicamentos nos salgan gratuitos, los descuentos en los medios de transporte público se noten en nuestras carteras o podamos pertenecer al "Club de los sesenta”.
Según estudios, y hablando particularmente de España, los “jóvenes”, hasta pasados los 30 años no abandonamos el domicilio paterno y/o materno y no tenemos cargas familiares a nuestro cargo. De hecho nosotros somos la carga. Entonces, ¿por qué limitan las ayudas a los 30?. ¿Por qué nada se nos ofrece hasta que llegamos a los 60?.
Mi situación económica era mucho mejor cuando tenía 26: vivía con mis padres, mi sueldo no estaba nada mal y podía ahorrar dinero en poco más de un año para pagar un coche a tocateja. Por otro lado, comparándome con un miembro honorífico del mencionado Club de los 60, mi padre, soy bastante mediocre, económicamente hablando.
Reivindico la distribución de las ayudas no por edad sino por criterios objetivos.
¡Qué no se olviden de nosotros!