domingo, 21 de junio de 2009

Mentiras


Mentiras piadosas,
mentiras engañosas,
mentiras son.

Mentiras encontradas,
mentiras buscadas,
mentiras son.

Mentiras dolorosas,
mentiras gozosas,
mentiras son.

Mentiras conscientes,
mentiras inconscientes,
promesas son.

viernes, 5 de junio de 2009

Aprecios con desprecio

No hay mayor desprecio que no hacer aprecio, decía mi abuela. Y no hay mayor aprecio que evitar el desprecio, digo yo.


El uso de Chica dicho con retintín, o un Señorita con tono "campanillero" pueden hacerte sentir como una cualquiera de compañía o como la que se sienta en una silla porque tiene que haber de todo.
En los tiempos en los que vivimos ¿es tan complicado no hacer diferencias laborales por sexo y/o edad?


Todos somos bipolares

Hoy, por casualidad,intentando que la espera se hiciera más corta, he leído este artículo colgado en uno de los corchos y me ha llamado la atención. Así que lo he buscado y aquí lo muestro.
28.03.09
EL NORTE DE CASTILLA

"Yo también soy bipolar", leí el otro día en el blog de Coleman Silk. En un principio quedé sorprendido, pues tengo a Coleman por el hombre de más cuajo que he conocido, pero no tardé en darme cuenta que era una de sus bromas preferidas.
Coleman no cree en nuevas enfermedades psíquicas. Sospecha de ellas cuando ve que de un año para otro se multiplican los afectados por cualquier morbo psiquiátrico y, en especial, si se vuelve casi epidémico o se da mucha publicidad al contagio. Él se opone a la creencia científica que concede a los trastornos mentales la fuerza de la naturaleza, pues prefiere pensar en un móvil social para semejantes males. No les concede el estatuto biológico que solicitan, sino un simple valor subjetivo que hace de causa y una voz histórica que los reclama para la época. Fuera de esos mimbres, que justifican el motivo personal de un padecimiento o la propensión temporal de la sociedad a padecerlos, cuanto concierne a los diagnósticos le reconcome. Cree que hay truco. Prefiere pensar que el dinero y el poder andan a la zaga.
Hace veinte años nadie te podía diagnosticar de trastorno bipolar, y no era precisamente por ignorancia o falta de celo. Faltaba la categoría. En cambio, hoy te ponen semejante apodo en un informe clínico en cuanto te descuidas y te recomiendan de paso que en lo sucesivo lleves en el bolsillo ese marbete, para identificarte si tienes que acudir de urgencia a una consulta o para que recuerdes a diario la buena ración de pastillas que te mereces de por vida. Todo ello, bien entendido, no porque el desierto de la melancolía haya secado tu corazón hasta límites insufribles o porque la noria de la psicosis maníaco-depresiva te lleve sin interrupción de la desesperación a la excitación continua, sino porque llevas un tiempo inestable y cambias de humor tontamente de la noche al día.
Así las cosas, Coleman se reconoce bipolar. Admite que unas veces se levanta de buen humor y otras amanece amargado sin conocer la razón. Incluso no es raro que cambie de ánimo a la hora del ángelus o al volver a casa. No se ha alarmado, sin embargo, ni se ha puesto en manos de un colega para que le observe. Es más, cree que a la mayoría de los hombres que conoce les pasa algo parecido, especialmente cuando no todo va bien, que es lo más habitual en esta vida tan llena de esquinas.
La psiquiatría de hoy es grotesca y baila al son que imponen los departamentos de ventas de las empresas farmacéuticas. Aquella ciencia llena de teorías sofisticadas y bellas se ha vuelto fea y rancia como pocas. La psiquiatría presente parece más antigua que la primitiva. Quizá el paso de los años la ha vuelto más vieja y lerda o bien le ha llegado la hora de desaparecer empapada de medicina. Por eso Coleman termina su alegato animándonos a volver lo antes posible a usar el término melancolía, no sea que todos nos volvamos bipolares y nos pongan una vacuna para prevenir los altibajos del temple, ignorando que los cambios de humor son el mejor condimento de los afectos, la prueba de que hay edades, estaciones y de que después del cálido Sol asoma la Luna traicionera y fría.