
Intentó abrir los ojos, pero fue incapaz. Los párpados pesaban demasiado y el esfuerzo necesario para levantarlos era excesivo. Puedo seguir hibernando unas horas más, pensó, luego me costará menos abrirlos. Y así lo hizo. Y pasaron horas, días, meses… y lo intentó de nuevo. Esta vez no tuvo problema, los ojos se abrieron de repente en el primer intento, pero volvía a ser invierno.
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