domingo, 31 de mayo de 2009
INSPIRACIÓN
Hace tiempo,
prometí escribirte una canción,
como siempre,
mal y tarde,
la tienes aquí.
Por verte sonreir
La Fuga.
INSPIRACIÓN
Con tan sólo la voz,
me das aliento.
Leyendo tus palabras,
sonrío y pienso.
Los años de distancia
no son barrera
para compartir ilusiones
que uno sueña.
Despierto o dormido,
no es importante,
mientras del alma salga
lo que se trate.
miércoles, 27 de mayo de 2009
De cuando la simpleza llega a tontura.
(Diálogos verídicos)
-Perdona, ¿me dijiste que querías una o dos?, dice el Simple.
-Con una me basta.
-Ah vale, entonces una.
(Momentos más tarde)
-Te traje dos porque no recordaba lo que me habías dicho.
-¿Puedes encuadernarme estas fotocopias?, por favor.
-De acuerdo, cuando tenga un rato libre, dice el Simple haciendo un Sudoku.
-¿Qué me dijiste que tenía que hacerte el otro día? (el Simple no durmió los días anteriores pensándolo…)
-Voy a hacer un cartel para poner en la destructora de papel. Cuando la gente mete demasiados folios se queda atascada (por supuesto esta frase no sale de la boca de nuestro simple protagonista).
-De acuerdo, responde el Simple.
Cinco minutos más tarde, en una hoja de A4 está escrito: SE RUEGA NO INTRODUCIR UN NÚMERO NO EXCESIVO DE HOJAS PARA EVITAR QUE SE ATASQUE LA MÁQUINA.
-No puedes poner dos negaciones en la misma frase, le comenta el Simple.
-¿Por qué?
-Pues porque dos negaciones es como si afirmaras. (Más por más es más y menos por menos más también...)
-Como van a ser dos negaciones una afirmación….
-Que sí, que sino no se entiende.
-Que no hace falta quitar el NO
-Que sí
-Que no
-….
-….
Cartel definitivo: SE RUEGA (el NO ya no se ve porque está tachado con corrector) INTRODUCIR UN NÚMERO NO (tachado pero visible) EXCESIVO DE HOJAS PARA EVITAR QUE SE ATASQUE LA MÁQUINA.
domingo, 24 de mayo de 2009
COMIENZO.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra.
Platero y Yo.
Juan Ramón Jiménez
Un día encontré a mi burro,
en la plaza de Sevilla,
un día encontré a mi burro,
sentadito en mis rodillas.
El burro tiene ojos grandes
y la nariz pequeña
las orejas puntiagudas
de color rojizo y crema.
(...)
lunes, 18 de mayo de 2009
Otro Adiós
CHAU número tres
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
domingo, 17 de mayo de 2009
Puedo
martes, 12 de mayo de 2009
Compatibles incompletos
Eran la pareja perfecta. Él no soportaba las pasas que siempre se depositaban en el fondo del paquete y ella odiaba los trozos de coco. Cada mañana se desperezaban y antes de nada, calentaban la leche, no demasiado ya que los cereales sino luego se reblandecían. En eso estaban de acuerdo. A continuación, ella tomaba la bolsa, y con mucho esmero, dejaba caer muy despacio los cereales para que los trozos de coco quedaran retenidos. Luego pasaba la bolsa a su compañero, que como casi todo hombre, no tenía la paciencia y a lo bruto vertía los cereales con grandes cantidades de pedazos de coco que le encantaban. El final de la bolsa siempre se lo comía ella, las pasas quedaban allí.
Tenían la estrategia perfectamente estudiada. Pero, una fatídica tarde de sábado, al ir a hacer la comprar, los cereales no estaban. Habían volado y, no porque ese día se acabaran, sino porque ya no los elaboraban. Los nuevos cereales tenían trozos de plátano y no les gustaban a ninguno.