¿Por qué vuelan los aviones?, me preguntaba cuando levantaba poco más de un metro del suelo siempre que sobre mi cabeza y tras oír el sonido miraba al cielo y veía uno. Llegué a comprenderlo con la sencilla explicación de un tipo peculiar, un profesor mejicano y trabajador de una empresa aeronáutica, que al igual que yo, tampoco “levanta” demasiado del suelo. Cecilia, me dijo, que vuele un avión es algo similar a cuando sacas la mano por la ventanilla del coche yendo a 100 km por hora. ¿Flota y se mantiene verdad?. Pues los aviones lo mismo.
Luego, por supuesto, me lo demostró con un montón de largas y complicadas fórmulas.
Lo entendí (fórmulas incluidas) y la teoría dice que los aviones no se caen pero mi miedo a volar aumenta a medida que aumentan mis horas de navegación.
Estos días, tras la triste noticia de Barajas, la crónica de Kirguizistán, los aviones que se despresurizan y los que aterrizan en destinos no pensados por problemas técnicos, la duda que se me planeta es: ¿por qué no vuelan los aviones si mi mano sigue flotando en el coche?.
Lo entendí (fórmulas incluidas) y la teoría dice que los aviones no se caen pero mi miedo a volar aumenta a medida que aumentan mis horas de navegación.
Estos días, tras la triste noticia de Barajas, la crónica de Kirguizistán, los aviones que se despresurizan y los que aterrizan en destinos no pensados por problemas técnicos, la duda que se me planeta es: ¿por qué no vuelan los aviones si mi mano sigue flotando en el coche?.